viernes, 25 de noviembre de 2011

Dos poemas - Jaime Bayly

My own private Zelig

Conozco a este chico
Que cuando termina de hacer el amor
Se pone a llorar

No llora porque esté triste o contento
Llora porque hubiera querido hacer el amor
Con otra persona
Con una persona que aún no conoció
(O con una persona que conoció
Y no se atrevió a amar)

Este chico cuando era chico solo pensaba en chicas
Miraba las revistas y se agitaba pensando en ellas
Había una chica desnuda columpiándose en Playboy
Era el gran amor de su vida
Se suponía que este chico estaba destinado
A amar a una chica

No supongas nada en las cosas del amor
Las cosas que supones rara vez ocurren
En el juego del amor solo gana el que pierde
(Y eso con suerte)

Es difícil hacer el amor pero se aprende, dijo el poeta
El chico aprendió como quien aprende a esquiar
Cada vez que hacía el amor, se caía y lloraba
Lo hacía con chicas, se caía y lloraba
Lloraba pensando que debía hacerlo con chicos
Lo hacía con chicos, se caía y lloraba
Lloraba pensando que debía hacerlo con chicas
Y así se le fue la vida
Aprendiendo a amar como quien aprende a esquiar

No sigas esquiando si te vas a seguir cayendo
Chico suave
Chico camaleón
My own private Zelig

No sigas llorando después del amor
No eres gay/straight/bisexual/asexuado
Eres todo eso y nada de eso
Eres lo que los otros quieren que seas
Eres lo que no pudiste ser con esa puta que te asustó
Eres puto y donjuan
Porfirio Rubirosa/pérfida mariposa
My own private Zelig

No me cuentes tus historias
Que me harás llorar
Ven aquí a mi lado
Bésame como un chico o una chica
Bésame como te dé la gana
Muere un poco dentro de mí
Y luego llora todo lo que quieras llorar
Como un chico o una chica

Llora si quieres
Pensando en esa persona
A la que no te atreviste a amar
Y ahora te odia


Cállate

No me digas que me amas
No me hagas promesas
No me hables del futuro
Como si el futuro existiera

No llames por teléfono
No mandes mensajes de texto
No escribas palabras calenturientas
No juegues conmigo
No resisto más
Que seas mi amante
a la distancia

Si de verdad me amas
Sube al primer avión
Toma un taxi
No te peines ni te laves las manos
No te compres ropa nueva
Y ven a verme

Y no me digas que me amas
No me hagas promesas
No me hables del futuro
Como si el futuro te perteneciera

Simplemente cállate
Bájate el pantalón
Enséñame lo que tienes para mí
Y demuéstrame
Sin decir una palabra
Agitándote conmigo
Si es verdad que tanto me amas

A mi edad, cariño
El amor no se mide por palabras
Se mide
(Perdona la franqueza)
Por orgasmos y erecciones
Y es así
Humanamente
Como quiero que
me ames esta noche
Y todas las demás

Cállate la boca
Apaga el celular
Quítate le ropa
Y demuéstrame
Cuán duro y resistente
Es tu amor por mí

La dama de los aforismos (Parte I)


Por Manuel del Callejo

La literatura subyuga. Ésa es su función: una mezcla de algo delicioso en medio del espanto. ¿O de qué otra forma describir esa sensación de angustia al sabernos dominados por las palabras, en una seducción tal que nos haría negar hasta nuestro nombre? Por supuesto que no cualquier libro logra esa maestría: el poder de dios (el de hacernos soñar, diría Vargas Llosa) está reservado solamente para algunas escasas obras del ingenio humano. El lector puede preguntarse: ¿qué obras? La respuesta ha sido motivo de interminable discusión por siglos, y a mí, con mi magro conocimiento, no me interesa para nada ahondar en el tema; hacerlo sería muestra de una soberbia tal que me abstengo por mero pudor. Y, creyente como soy de la libertad individual, no me queda más que esperar que cada lector saque sus propias conclusiones y responda con sus manos y sus recuerdos a esa pregunta esencial.
La idea del lector rendido ante un libro me viene especialmente luego de un descubrimiento que puede causar hilaridad, como si me proclamara inventor del agua fría, pero que en mi fuero interno ha sido un cataclismo apasionante. La dama en cuestión tiene nombre y apellido, y una mirada terrible para la memoria. Se llama Amélie Nothomb. Es belga. Nació en Kobe, Japón, en 1967. Aquí no hay contradicción: ser hija de un diplomático permite este tipo de gracias. Mi encuentro con su prosa, algo azaroso hay que admitir, es reciente y, por lo tanto, la quemadura que dejan sus novelas todavía arde a la menor provocación. Y exactamente eso es Nothomb: una eterna provocación.
Recuerdo la primera vez que me topé con libro suyo. Extrañamente, fue en una tienda departamental. Editorial Anagrama ya es una carta de presentación por sí sola, y aunque no se pueda confiar a ojos cerrados en ella, permite augurar una cierta calidad y alguna innovación en el valle de lágrimas que suele ser la literatura de hoy día. Es difícil para mí hablar de lo que se publica actualmente: me agarrota la nostalgia, la boca se me llena de un hambre de estética, de Nabokov, de finura en los detalles y de unos cuantos aires del inmortal Boom Latinoamericano. Me imaginaba de todo menos lo ansiado cuando leí la contraportada de Viaje de invierno. La trama, narrada en esas frases hechas únicamente para vender, me pareció completamente ajena a mi campo de intereses habituales: un hombre secuestrando un avión y dando como razón el “terrorismo de amor”. Vamos, no me parecía una provocación de verdad, que llegara a profundidad: me parecía más de la misma rebeldía vacía con que ciertos escritores contemporáneos adoran vestirse. Pero había algo ciertamente muy extraño ahí: la mención del amor. Cualquier lector promedio puede darse cuenta de que en los estantes actuales de literatura, el amor es un invitado incómodo que ya fue echado a patadas (de literatura seria, por decirle de alguna manera; novelas rosas siempre va a haber), como si fuera un lastre que ya ha sido superado en aras de la modernidad y la post-modernidad (lo que sea que eso signifique). De cualquier forma, aquella vez no compré el libro de Nothomb.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Árbol de Diana - Alejandra Pizarnik

1


He dado el salto de mí al alba.

He dejado mi cuerpo junto a la luz

y he cantado la tristeza de lo que nace.



2

Estas son las versiones que nos propone:

un agujero, una pared que tiembla...



3

sólo la sed

el silencio

ningún encuentro

cuídate de mí amor mío

cuídate de la silenciosa en el desierto

de la viajera con el vaso vacío

y de la sombra de su sombra



4

Ahora bien:

Quién dejará de hundir su mano en busca

del tributo para la pequeña olvidada. El frío

pagará. Pagará el viento. La lluvia pagará.

Pagará el trueno.



5

por un minuto de vida breve

única de ojos abiertos

por un minuto de ver

en el cerebro flores pequeñas

danzando como palabras en la boca de un mudo





6

ella se desnuda en el paraíso

de su memoria

ella desconoce el feroz destino

de sus visiones

ella tiene miedo de no saber nombrar

lo que no existe





7

Salta con la camisa en llamas

de estrella a estrella,

de sombra en sombra.

Muere de muerte lejana

la que ama al viento.





8

Memoria iluminada, galería donde vaga

la sombra de lo que espero. No es verdad

que vendrá. No es verdad que no vendrá.





9

A Aurora y Julio Cortázar



Estos huesos brillando en la noche,

estas palabras como piedras preciosas

en la garganta viva de un pájaro petrificado,

este verde muy amado,

este lila caliente,

este corazón sólo misterioso.



10

un viento débil

lleno de rostros doblados

que recorto en forma de objetos que amar



11

ahora

en esta hora inocente

yo y la que fui nos sentamos

en el umbral de mi mirada



12

no más las dulces metamorfosis de una niñ3; de seda

sonámbula ahora en la cornisa de niebla



su despertar de mano respirando

de flor que se abre al viento



13

explicar con palabras de este mundo

que partió de mí un barco llevándome



14

El poema que no digo,

el que no merezco.

Miedo de ser dos

camino del espejo:

alguien en mí dormido

me come y me bebe.



15

Extraño desacostumbrarme

de la hora en que nací.

Extraño no ejercer más

oficio de recién llegada.



16

has construido tu casa

has emplumado tus pájaros

has golpeado al viento

con tus propios huesos

has terminado sola

lo que nadie comenzó



17

Días en que una palabra lejana se apodera de mí. Voy por esos días

sonámbula y transparente. La hermosa autómata se canta, se encanta,

se cuenta casos y cosas: nido de hilos rígidos donde me danzo y me

lloro en mis numerosos funerales. (Ella es su espejo incendiado, su

espera en hogueras frías, su elemento místico, su fornicación de nom-

bres creciendo solos en la noche pálida.)



20

a Laure Bataillon



dice que no sabe del miedo de la muerte del amor

dice que tiene miedo de la muerte del amor

dice que el amor es muerte es miedo

dice que la muerte es miedo es amor

dice que no sabe



21

he nacido tanto

y doblemente sufrido

en la memoria de aquí y de allá



22

en la noche

un espejo para la pequeña muerta

un espejo de cenizas



23

una mirada desde la alcantarilla

puede ser una visión del mundo

la rebelión consiste en mirar una rosa

hasta pulverizarse los ojos



32

Zona de plagas donde la dormida come lentamente

su corazón de medianoche.





33

alguna vez

alguna vez tal vez

me iré sin quedarme

me iré como quien se va





34

la pequeña viajera

moría explicando su muerte



sabios animales nostálgicos

visitaban su cuerpo caliente







35

a Ester Singer



Vida, mi vida, déjate caer, déjate doler, mi vida, déjate enlazar de fuego,

de silencio ingenuo, de piedras verdes en la casa de la noche,

déjate caer y doler, mi vida.





37

más allá de cualquier zona prohibida

hay un espejo para nuestra triste transparencia





38

Este canto arrepentido, vigía detrás de mis poemas

este canto me desmiente, me amordaza.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Dos miradas a la infancia


Por Krishna Avendaño

En la narrativa existen muchos ejemplos de novelas o relatos que se centran en la infancia. Sin ir demasiado lejos, podemos encontrar Un mundo para Juluis de Bryce Echenique, novela que a la vez contiene cierta visión crítica hacia las clases altas de la sociedad limeña. Sin embargo, este pequeño texto se centrará en dos novelas de autores de la misma generación que, estando en distintos países y cuyas temáticas en general son completamente diferentes, se arriesgaron a construir un par de narraciones que buscan el pasado para reencontrar esa infancia que ya les ha quedado lejana. De Xavier Velasco se puede decir que su obra más importante es Diablo Guardián, misma que ganó el Premio Alfaguara en el 2003, y que en general su narrativa es irreverente a la vez que un testimonio de lo urbano. De tal manera sorprendió que el autor de El materialismo histérico escribiera una novela como Éste que ves, donde él mira en su pasado una infancia compleja. Jaime Bayly, a pesar de tener la misma edad que Velasco, tiene un repertorio mucho más amplio de novelas, entre las que, sin duda alguna, destacan No se lo digas a nadieLa noche es virgen, Y de repente, un ángel y El canalla sentimental, la mayoría de ellas giran en torno a la temática bisexual y al mundo de las drogas. Sorprende, cómo no, con su novela más inocente: Yo amo a mi mami, que es el testimonio de un niño rico de Lima.

Jaime Bayly
Si bien Velasco y Bayly son autores fundamentalmente distintos, ambos han buscado la memoria de esos días que, como dijera el mexicano, son "esa sucursal del purgatorio que los olvidadizos llamantierna infancia". Pero en ambos esa búsqueda es diferente, incluso en la manera de ejecutar la novela. Los niños, con sus temores y dudas, tienen metas diferentes. El de Velasco lo conocemos desde que apenas va a entrar en la primaria y veremos su evolución hasta la preadolescencia; el Bayly se queda en los diez u once años, aunque es acaso un testigo de momentos más convulsionados. Lo que resulta interesante en una primera aproximación es la profunda cultura latina del miedo y la religión católica. Al niño Velasco lo preparan para la primera comunión entre amenazas y pecados, la mentira más piadosa podría mandarlo al infierno y eso es algo que lo atormenta, que lo hace estremecer cuando tiene que confesarse. El caso de Jimmy es aún más extremo, pues su madre es la más católica y fanática de las limeñas, lo que a su vez, entre ternura y el terror perverso de los santos, atemoriza al niño cuando éste comienza a fijarse en las niñas, de ahí que Jimmy sea candidato a tener un boleto para el infierno.

Xavier Velasco
Velasco dice que en Éste que ves se recogen esas experiencias que de niños serían imposible contar: a veces los pequeños mueren de amor, pero los adultos no lo creen, lo ven como algo muy lindo, tierno e incluso estúpido. El niño es un personaje alienado de su entorno, aunque algunos son capaces de adaptarse mejor que otros. El pequeño Xavier - que así llamaremos porque nunca se dice su nombre - es el hijo único de clase alta de la Ciudad de México, solitario y temeroso, que canta a escondidas las canciones de Raphael porque le han dicho que eso de cantar es sólo de mujeres. Jimmy es un niño tímido también, pero con más cercanía a los demás, pues a lo largo de la novela se detallan los viajes que hace a casa de sus amigos. Ambos están enamorados, Xavier de P y Jimmy de Annie. Aquí es donde se separan las dos psicologías que también determinan la manera de escribir de ambos autores. En el caso de Velasco vemos un amor platónico que incluso recuerda a Felipe de Mafalda, enamorado a perpetuidad de una vecina a la cual jamás le habla, a pesar de formar miles de planes en su mente para abordarla, o bien con la Pequeña Pelirroja de Charlie Brown. Con Bayly vemos un acercamiento a la temprana sexualidad, llena de inocencia pero con destellos eróticos sutiles que lo condenan al infierno, y es que aquí el niño es quien busca a su enamorada, desea verle los calzones cuando ella da de vueltas y trae falda, se siente culpable cuando se percata de que hay un bulto en su entrepierna, ese lugar malvado que sólo sirve para orinar, según la madre.

Las aspiraciones también cambian. Velasco las va descubriendo a lo largo de las páginas, mientras que Bayly las fija desde el primer instante. Xavier, solitario y con pocos amigos, algo problemático en la escuela, negado para las matemáticas, se esconde en su cuarto para cantar en voz baja esas canciones y para escribir historias, cambiarle el final a los cuentos que le han leído y mejorar las películas que en su opinión pudieron estar mejor realizadas. Escribir es el modo en que el niño se salva de un mundo que lo ha excluido por ser diferente a los demás, por ser a la vez que el más alto de la clase el más timorato. Jimmy, en cambio, sólo quiere pasar largas horas acariciando el cabello de su hermana, que aparece como un primer fetiche, e ir a Disney como todos sus amigos lo han hecho, le parece absurdo que siendo tan rico, hijo de un banquero, jamás haya salido del Perú. Jimmy no tiene que recluirse en las letras, ése es un descubrimiento que ni siquiera es mencionado en el lbro.

En cuanto a la forma de plasmar la visión infantil, Bayly sale mejor librado de la tarea tan difícil que es reproducir el mundo inocente. El peruano tiene una prosa muy versátil que se transforma novela a novela, que es capaz de recoger la ternura y la ironía en un mismo párrafo. Como ejemplo de ello está El canalla sentimental, la más madura de sus novelas, elegantemente escrita a pesar de lo sencilla que se nos presenta. La noche es virgen, algo más joven, es un verdadero acto de maestría, pues recoge con una tremenda naturalidad el habla coloquial de Lima, toma el sentimiento de los que se drogan, narra sin pudor los encuentros sexuales, y aún así logra una insospechada ternura que sorprende y encanta. En ese sentido, Yo amo a mi mami es destacable en la medida en que deshaciéndose de las temáticas polémicas y el lenguaje franco, reproduce de manera genial el pensamiento del niño, valiéndose de recursos gramaticales destacables, creando así una voz que cuando menos está muy bien lograda. La cursilería de la madre se complementa con los destellos irónicos que el autor maneja, porque Jimmy no es sólo testigo de sus aventuras, sino de un país convulsionado y gobernado por militares. Bayly registra la vida política del Perú desde un punto de vista algo incrédulo pero a la vez convencido. Jimmy no cree en el comunismo, quizá porque no lo entiende o porque es un camino al infierno, pero sabe que el gobierno militar ha oprimido al país. El testimonio se da de manera brillante sobre todo en el capítulo El niño más rico de todos, donde los militares ordenan que todos los estudiantes del país deben llevar el mismo uniforme escolar; el final, que recoge la angustia de personajes nodales en la narración, es simplemente estremecedor a la vez que inocente.

Por su parte, Velasco es más intimista y despreocupado por el mundo que lo rodea - como tienden a ser los niños, a decir verdad -, a la vez que su prosa a veces se confunde con la de un adulto. De hecho, las dos novelas están narradas por Xavier y Jaime en la etapa adulta, pero con un énfasis muy importante en la infancia. El problema de Velasco es que no llega a reproducir el habla del niño, pues tiende, como en toda su narrativa previa, a pesar de la ironía y la frescura que lo caracterizan, a las florituras, a ser demasiado barroco y poco creíble. De la misma forma, Velasco no es tan abarcador - lo cual en sí mismo no es ninguna virtud ni defecto -, sino que se centra en la vida familiar, en las historias escolares, el descubrimiento de las pasiones, los miedos, los deseos e incluso de las pequeñas tragedias. De cualquier forma, el de Velasco es un libro más sintético y directo por momentos, mientras que el de Bayly tiende a perderse en algunos capítulos bastante prescindibles que la nostalgia le obligó a escribir.

Hay varias personas que consdieran curioso el que estos escritores hayan sacado un libro de recuerdos de la infancia a su cortad edad (45 años para el mexicano y 44 para el peruano), pero lo cierto es que la niñez queda ya muy lejos a los veinte. Lo verdaderamente importante es la manera en que se nos presentan dos de los tantos prototipos del niño: el introspectivo que quiere salvarse del mundo de los adultos - al que quiere y no quiere llegar - por medio de las realidades que él mismo crea, y el tímido que parece más superfluo pero a la vez más conciente de su realidad. Sin embargo, los autores se unen en el momento de las emociones, pues no presentan en ningún momento la infancia como un período de eterna felicidad. Aquí no hay personajes sufridos con historias dramáticas, hay niños que viven en mundos aparentemente inofensivos - quizá más inhóspito el de Bayly - y que de pronto, tarde o temprano, chocan abruptamente con la realidad, en tránsitos amargos en ambos casos, sin que los adultos que los rodean siquiera lo sospechen.

lunes, 7 de noviembre de 2011

As I Walked Out One Evening - W. H. Auden

As I walked out one evening,
   Walking down Bristol Street,
The crowds upon the pavement
   Were fields of harvest wheat.

And down by the brimming river
   I heard a lover sing
Under an arch of the railway:
   'Love has no ending.

'I'll love you, dear, I'll love you
   Till China and Africa meet,
And the river jumps over the mountain
   And the salmon sing in the street,

'I'll love you till the ocean
   Is folded and hung up to dry
And the seven stars go squawking
   Like geese about the sky.

'The years shall run like rabbits,
   For in my arms I hold
The Flower of the Ages,
   And the first love of the world.

But all the clocks in the city
   Began to whirr and chime:
'O let not Time deceive you,
   You cannot conquer Time.

'In the burrows of the Nightmare
   Where Justice naked is,
Time watches from the shadow
   And coughs when you would kiss.

'In headaches and in worry
   Vaguely life leaks away,
And Time will have his fancy
   To-morrow or to-day.

'Into many a green valley
   Drifts the appalling snow;
Time breaks the threaded dances
   And the diver's brilliant bow.

'O plunge your hands in water,
   Plunge them in up to the wrist;
Stare, stare in the basin
   And wonder what you've missed.

'The glacier knocks in the cupboard,
   The desert sighs in the bed,
And the crack in the tea-cup opens
   A lane to the land of the dead.

'Where the beggars raffle the banknotes
   And the Giant is enchanting to Jack,
And the Lily-white Boy is a Roarer,
   And Jill goes down on her back.

'O look, look in the mirror,
   O look in your distress:
Life remains a blessing
   Although you cannot bless.

'O stand, stand at the window
   As the tears scald and start;
You shall love your crooked neighbour
   With your crooked heart.

It was late, late in the evening,
   The lovers they were gone;
The clocks had ceased their chiming,
   And the deep river ran on. 
W. H. Auden